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                                             "LEY SB1070"

 

           Es obvio que esta ley es antimexicana sin lugar a dudas, pero más que eso es racista y anti-inmigrante, bandeja de plata en la que se han servido los etnocentristas de Estados Unidos. Porque no somos tan ingenuos como para creer que esta iniciativa republicana surgió en el seno derechista de Arizona; ellos sólo son sus voceros.

          Al respecto, sugiero leer "El movimiento de derecha en Sonora" del prestigioso editor en Washington Ken Silverstein, de la revista Harper’s Magazine, donde afirma que Arizona es un laboratorio, no sólo de política inmigratoria, sino para un gran número de asuntos. Es un lugar, escribe, donde el movimiento conservador Tea Party es prácticamente el partido al mando, y si los republicanos volvieran al poder “el país podría empezar a parecerse al desierto de derecha en que se ha convertido Arizona”.

          La SB 1070 es la punta del iceberg de una plataforma ultraderechista con pretensiones radicales, con joyitas como la exclusión, el rechazo, la prohibición y otras alhajas xenófobas.

          Ha costado sangre, vidas valiosas de hombres honorables que han tejido la historia de este gran país para hacerlo mejor, más humano y paradójicamente, construido por inmigrantes, con gente que solo traía en sus bolsillos un sueño y muchas ganas de trabajar duro. Creo que todos tenemos la responsabilidad de no dejarnos invisibilizar; en esta hora, más que nunca, debemos alzar nuestras voces, detener esta doctrina reminiscente antes que sea tarde. La humanidad debe avanzar, no retroceder.

           En Tierra Mexicana quiero recordarles a estos chauvinistas que quieren excluir precisamente a los dueños legítimos de estas tierras arrebatadas a México, o en el mejor de los casos, dudosamente obtenidas, especialmente al señor Rusell Pearce, autor intelectual de la susodicha ley, que en una entrevista al periodista mexicano Jorge Ramos indicara que ellos no tenían que dar excusas a nadie, que ya eran muy generosos.

           Y ¿sabe qué, señor Pearce? Nunca va a ser lo suficientemente generoso con quien ha expulsado de su casa y se ha apoderado de sus bienes para luego no sólo no dejarlo entrar, sino perseguirlo, encarcelarlo o quitarle la vida.


No, no le alcanzaría la bondad del mundo para resarcir tal injusticia.

                                                                            

                                                                 

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